El nombre de mi esposo es Manuel García Olivera, tengo 84 años, él nació el 26 de noviembre de 1926, el nació acá, yo me llamo Marcela Bautista Maldonado y tengo 80 años, queremos hablar porque ya vamos olvidando las fecha, solo nos quedan los recuerdos, y queremos compartirlos antes de que se vayan.

Cuando era niña mis papas me trajeron de Mitla, tenia 3 años, entonces vi las costumbres de mis padres, cuando mi papá iba a sembrar, le decía a mi mamá: voy a ver si el terreno ya está bien para sembrar, mí mamá preparaba con mucho gusto una comida y téjate para ese día, le llevaba al campo; pero entonces no había pozos de agua como ahora, hacíamos la siembra tempranera del 3 al 10 de marzo; al final de la siembra se hacia un hoyo, se escarbaba con las manos y se le daba a la tierra. El téjate lo hacíamos con maíz blanco y grande; en ese tiempo dar de tomar ya no era muy común, más bien era gusto de mi mamá; aunque otros daba pozole, que era maíz cocido, martajado y se tomaba blanco con azúcar.

Yo le preguntaba a mis papas ¿porque se le daba de comer a la tierra?, ellos me decían: es el agradecimiento a la tierra hija, por el fruto que nos va a dar para alimentarnos.

Cuando ya había elotes mi papa le decía a mi mamá, voy por elotes al terreno, al llegar traía las milpitas, las ponía adentro de la casa, las paraba en la pared, mi mamá traía un poco de brasas y copal, y ahumaba a las milpitas; yo le preguntaba a mis papas, ¿Por qué lo hacen?, me respondían, para que se caliente el maíz, para que madure pronto. Esto se hacía antes, ahora ya no se hace nada.

Para la pizca, se preparaban las personas, mi mamá, ella tenía sus gallinas o compraba carne para preparar una comida; el téjate se preparaba en la casa y la comida en el terreno, se daba de comer todos los días que duraba la cosecha, y a la tierra se le daba de comer como en la siembra.

Cuando me case, lo seguí haciendo, ahora mis hijas e hijos, ya no lo hacen, dicen que son tradiciones de antes; pero yo creo que es importante que se sigan haciendo, para que la tierra vuelva a dar producto, porque eso significa el cariño y la fe que se le tiene a la tierra; porque si regresa la tradición y la costumbre, regresaría la fe a la tierra.

Con la fe, uno se arriesgaría más, porque yo escucho ahora a mucha gente que dice que en el tiempo de antes era muy bueno, pero no, no es cierto, que va, igual era difícil, pero entonces arriesgábamos porque teníamos fe.

Yo les digo a mis hijos, siembren en el campo, siembren el maíz, siembren el frijol, con maíz y frijol que le pide uno más, con eso ya tenemos para comer, la carne se comería por puro antojo, el campo es oro; los que tienen otro trabajo, solo están esperanzado al otro trabajo; así cuando ya no haya trabajo ya pueden tener su maíz y su frijol, el chiste es arriesgar con fe, porque al final hagamos lo que hagamos, siempre se arriesga.

Ahora, que ya estamos solos, que ya se fueron los hijos, ya no podemos continuar.

Ya quedamos solos, ya no podemos trabajar y que triste es llegar a esta edad, por eso ustedes hijos de los campesinos …. jóvenes, les digo: ¡no abandonen la tierra!, sigan por favor, no se van a arrepentir.

Marcela Bautista

Palabras dichas en la Feria Comunitaria de los Maíces Criollos nativos de Unión Zapata “Celebración de la cosecha y del alimento”.


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